Director: Michael J. Bassett
Reparto: James Purefoy, Samuel Roukin, Rachel Hurd-Wood, etc.
Bueno, el otro día pude ver esta película que la verdad, me dejó un poco desengañado. No sé, viendo el trailer y tal me esperaba algo más épico, aunque no es mala pero, a mi humilde opinión no deja de ser una película entretenida. El filme comienza con un Solomon petándose a nosecuantos tíos en un templo hayá por África (que ya ves tu lo que se le habrá perdido a este hombre, aparte de un tesoro...) y que en la sala del trono se encuentra con "La Guadaña del Diablo", que más o menos es como la muerte, pero sin guadaña (ahora eso sí, saca un pedazo de espadote dos manos llameante en fuego que ya lo hubiera querido yo para mi warrior del WoW). Total que el espectro le informa a Kane que su alma está maldita y que debe morir y esas cosas de mucho susto que pasa cuando haces pactos con el diablo. Ante esta situación decide recluirse en plan hippie en un monasterio evitando toda clase de violencia hasta que, expulsado del monasterio (y eso que había donado todas sus riquezas...) se topa en su camino con una familia de peregrinos que se dirigía al nuevo continente para empezar una nueva vida y, tras un desafortunado encuentro con las huestes de Malachi matan a la familia y raptan a la hija, cosa que hace que Kane pille su gorro y su capa (que me recordó mucho a The Undertaker), armas de sus enemigos, y ala! a matar para salvar a la damisela y así poder redimir su arma. Si es que ya lo dicen, matar es como montar en bicicleta...
En definitiva, una entretenida película para pasar el rato, muchos muertos, muchas mutilaciones, la chica mona y el protagonista que, a lo Rambo del siglo XIX (el sólo contra un ejercito), se encargará de darle un poquito de por culo al malo de turno para que no consiga cumplir sus planes de domeñación del mundo y esas cosas. BSO bastante decente, acción comedida, frases matadoras, paisajes acojonantes... y un bicharraco final, de los de batalla épica que el director podía haberle sacado mucho más jugo pero, ¿quien soy yo para decir nada?
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